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Invitado por su delegado Hugo Gutiérrez decidimos organizar la visita, llevando juguetes para los niños, víveres y ropa para las familias, todo producto de las donaciones recibidas de los amigos de la Fundación.

 

Las noticias sobre los caminos no eran alentadoras, las tormentas habían sido muy fuertes, produciendo algunos desmoronamientos y crecida de ríos, al dejar la ruta 51 encontramos un corte producto de la crecida de un arroyo y el barro que impedía cruzar.

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Regresamos algunos kilómetros y nos metimos por las vías del tren, así pudimos sortear los inconvenientes que nos presentaba el camino.

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Nos obligamos a llegar de la forma que sea, el día de sol y saber que los niños nos estaban esperando con mucha ansiedad, eran el motor que nos impulsaba a continuar la marcha.

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Llegamos a casa de Inocencia Lamas en San Bernardo de las Zorras, al vernos nos recibió con gran alegría y se sumo con nosotros.

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Recorrimos la distancia que faltaba con cuidado al cruzar los lechos de los ríos. Al llegar a nuestro destino recibimos la primera alegría, la carita de los primeros chicos que nos estaban esperando de muy temprano.

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Poco a poco se iban sumando las familias que venían caminando de muy lejos, ver la cara de los pequeños era algo maravilloso.

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Compartimos el almuerzo que nos ofrecieron, unas deliciosas habas, quesos, empanadas y asado de cordero. Luego jugamos con los niños y antes de retirarnos rezamos juntos en la capilla.

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El Nevado de Chañi nos advertía que era hora de regresar, una tormenta rayos y truenos era la señal, luego se sumaron el cerro Güemes y el Acay. El viaje fue muy tranquilo y nuestros corazones volvieron colmados de felicidad al cerrar el último domingo de enero.

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